La estatua de Santa Juana Jugan, con 3 metros de altura y 25 toneladas de peso, llegó el esperado 28 de agosto, una jornada que resultó realmente inolvidable, en la que se reunieron alrededor de 500 personas. Cuando llegaron los autobuses fue una alegría ver la gigante estatua ya desde el parking. Allí, en lo alto, a la sombra de algunos árboles parecía decirles “Bienvenidos”. Su ubicación fue elegida por el director del lugar para facilitar el acceso de los ancianos discapacitados o con movilidad reducida. El colorido era espectacular, gracias a las 30 banderas que la rodeaban; representaban los países donde está presente la Congregación. Una religiosa de la región de Carnoët, donde se encuentra el Valle de los Santos, estaba feliz de ver allí a Juana Jugan. Como ella misma comentó a una hermanita: ¡Es bueno que esté aquí, en este pequeño pueblo, porque en este lugar la gente es pobre! Por un camino de tierra, en el fondo del valle, se llega a la pequeña capilla de San Gildas, propiedad del municipio, clasificada como monumento histórico. A las 10h30 unas 300 personas encontraron lugar en el interior para la Eucaristía, que fue presidida por Mons. Denis Moutel, obispo de St. Brieuc y Tréguier y concelebrada por Mons. Pierre d’Ornellas y varios sacerdotes, entre ellos el párroco de Cancale.  Al final de esta bella celebración, tras una subida bastante empinada. Despues de la Eucaristia, subiendo hacia la estatua 18 todos los participantes se reunieron delante de la estatua de granito azul que Mons. Pierre d’Ornellas bendijo. El Señor obispo dejó hablar su corazón con una bella meditación sobre la postura de Juana representada en la gran escultura: “Juana, te vemos en tu caridad hacia los ancianos pobres, dependientes. Te contemplamos misericordiosa, con tu mirada que refleja tanta profundidad. Después de la bendición, se reunieron frente al edificio de recepción de turistas donde se dirigieron diferentes discursos. El público estuvo contento de conocer a los escultores. El Sr. Patrice Le Guen, que estaba acompañado por Margot Lassalle, dirigió con humildad las siguientes palabras a los asistentes: «Si la escultura está ahí, es también gracias a las Hermanitas de los Pobres. Han rezado por mí durante todo el año.» A continuación, la familia Méré, que ha financiado el proyecto, expresaron unas palabras sencillas, pero con mucha emoción: «La estatua perdurará a lo largo del tiempo, recordando a los más jóvenes que deben cuidar de los mayores. Es un mensaje de humanidad dejado a las generaciones futuras. Las personas presentes estaban bastante impresionadas al ver a varias Hermanitas pasar de un grupo a otro, cantando con el mismo entusiasmo en francés, inglés, chino, coreano u otro idioma; en total 14 idiomas. Las hermanitas fueron muy numerosas, más de cien. Todas estaban agradecidas por el regalo de poder vivir esta jornada.